Hoy es un día de luto. Se fue el Flaco Spinetta, uno de los más grandes íconos de la historia del rock nacional. Lo cierto es que el ambiente acá en el depto tampoco es el mejor. Estoy estreñido (como siempre, pero hoy se distingue), y la verdad que es muy molesto, no ayuda para nada. Fue una noticia sorpresiva, no me esperaba para nada que eso ocurriera, y menos en un día como hoy. Nunca fui fanático de Spinetta, y no me voy a hacer fanático tampoco ahora que se murió (careta lvl over 9000), pero siempre lo respeté por todo lo que representó y va a seguir representando post-mortem. Ojo, no quiere decir que no me gustara su música, pero no por eso voy a ser fanático (no soy fanático de muchas cosas); yo soy más del palo metalero, lo cual para nada me impide disfrutar otros géneros aparte de no menor calidad (soy fanático de Manal, soy fanático de La Vela Puerca, me gusta mucho Jethro Tull y Focus, etc.), y justamente por eso el Flaco se merece mis respetos y los de todos los argentinos, por ser quien fue y hacer lo que hizo, junto con otros tantos músicos de su época, que ayudaron asimismo a forjar lo nacional. En fin, se fue un grande, y aunque soy agnóstico y tengo un punto de vista muy espiritual de lo que es la vida, "porque suena bien" diré que seguramente se reencontró con Pappo, y estará con él y otros músicos como Freddie, Jim o Dio (calidad no distingue géneros) dando conciertos en el "cielo". Ahora para distraerme voy a terminar de leer las treinta y dos páginas restantes de "The boy in the striped pyjamas" del irlandés John Boyne, y si me queda tiempo más tarde escribo otra cosa que se me ocurrió recién durante ciertas prácticas.
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