Hoy vamos a repasar el paso del Chelsea por la Champions League temporada 2011-2012, desde la fase de grupos hasta su consagración como el mejor de Europa (a mi gusto, merecidamente). Estamos ante una consagración polémica de un equipo con una táctica defensiva (al menos hacia ciertos rivales) muy definida y efectiva, que algunos fanboys prepúberes cabeza hueca del Barsa y del Bayern llaman "anti-fútbol" (erróneamente, porque el verdadero anti-fútbol indica la concepción de partidos y torneos mediante métodos anti-deportivos que no creo que haga falta enumerar). Empecemos con la revisión:
Chelsea se ubicó en el grupo E, compartiéndolo con el Bayer Leverkusen (Alemania), el Valencia (España) y el Genk (Bélgica), grupo que finalizó de la siguiente forma:
Chelsea acabó liderando el grupo con 11 puntos, uno más que el Leverkusen, tres más que Valencia, que debió conformarse con el pase a la Europa League, mientras que el Genk rescató tres puntos de tres empates y debió volverse a casa precozmente.
Los Blues debieron enfrentarse a una de las sensaciones del momento en los octavos de final: el Nápoli, que eliminó en fase de grupos a otra de las sensaciones del momento que luego se consagraría campeón de la Premier League luego de 44 años de ausencia de títulos: el reconstruído Manchester City.
El compromiso de ida fue claramente desfavorable, con un marcador en contra de 1-3; sin embargo, el partido de vuelta emparejó el global en los 90, en una clara muestra de perseverancia por los londinenses, en un partido que finalmente ganaría por 4-1 en el tiempo suplementario con gol de Branislav Ivanovic, en un global muy emocionante de 5-4, lo que le dio al Chelsea el pase a los cuartos de final. Cabe mencionar, sin ninguna duda, que Vilas Boas dejó la dirección técnica tras el 1-3 y Roberto Di Matteo lo sucedió debutando en la remontada 4-1 en Stamford Bridge.
Debían enfrentarse al Benfica de Tacuara Cardozo, quienes fueran el verdugo del Zenit ruso en los octavos, tras remontar un marcador en contra al igual que los Blues. Chelsea obtuvo sendas victorias en ambos partidos de ánimos temblorosos, sin un claro dominador, por 1-0 y 2-1.
Así, los ingleses llegaron a los cuatro mejores de la competición una vez más, pero esta vez les tocaría enfrentarse a indudablemente el rival más difícil del momento: el temible Barcelona. No concuerdo con los pelotudos que dicen que es el mejor equipo de la historia, pero de todas formas no se puede menospreciar el trabajo de un equipo tan bien formado como el Barsa actual.
Parecía, a priori, que la temporada del Chelsea en la Champions había terminado, siendo el Barcelona además el campéon defensor y el favorito para quedarse con el título por segunda vez consecutiva por primera vez en su historia. Sin embargo, los pronosticos cambiarían tras el partido de ida. Con un gol de Drogba (indudablemente la perla de este Chelsea campeón), Chelsea se impuso 1-0 ante Barcelona en Stamford Bridge, con un juego táctico defensivo muy práctico y efectivo, planteado por Di Matteo, que de un simple técnico provisorio interino, pasaría a la historia grande del fútbol como director técnico. Claramente los juegos de la escuadra culé y de la escuadra blue difieren un montón, y se notó en ambos partidos de eliminatorias, proliferando la táctica definida, defensiva y a rajatabla del equipo londinense (con un antecedente similar, el Inter de Mourinho -a mi parecer, uno de los mejores DTs del mundo, si no el mejor- eliminaba a un Barsa muy similar en el año 2010). Pese a la ventaja, de todas formas, el favorito continuaba siendo el equipo catalán, ya que Nou Camp parecía una fortaleza impenetrable.
El desarrollo del partido de vuelta, al menos en el primer tiempo, parecía favorecer al local, que se imponía 2-0 y llegaba a la final con goles de Iniesta y Busquets. Sin embargo, antes de que finalizara la primera mitad, un descuido del Barcelona permite que Lampard mande un pase espectacular a Ramires, quien definiera "a lo Messi" tras una vaselina al primer toque inatajable para cualquier arquero, pusiera las cosas 2-1 y le diera el pase al equipo inglés por diferencia de goles, suficientemente. El segundo tiempo pareciera ser la antítesis del primero de cara a los culés. Tanto las grandes intervenciones de los defensas del Chelsea como la mala fortuna de los delanteros catalanes, evitaron que el Barsa pudiera marcar, inclusive Messi marrando un penal (cosa "insólita"). Sin embargo, justo ahí radica el error que Guardiola no tuvo la autocrítica para resaltar ("Hicimos todo bien"): las repeticiones inútiles. Di Matteo tuvo un planteo táctico firme y a rajatabla, cumplido por los jugadores de una manera al cien por cien. Guardiola también, pero la diferencia principal está en que el Barcelona cumplía con un equipo que podría haber cambiado de opciones debido a su flexibilidad innata. Todos los campeones tienen algo de fortuna, pero además de eso, se debe tener coraje y firmeza, priorizar el resultado por sobre el jogo bonito pedorro que nada puede hacer si no conseguís ganar con él. Esas virtudes tuvo el Chelsea, y de las cuales carecieron los catalanes. Ese 2-1 finalmente se convirtió en un 2-2 tras un contragolpe de Torres en el descuento, que liquidara el partido y pusiera un global de 3-2 a favor de los de Londres.
Así, partido tras partido, gota de sudor tras gota de sudor, el Chelsea llegaba nuevamente a la final de la Champions como pasó en el 2008 ante el Man United.
En un partido algo desaliñado, en el cual fue superior el Bayern Münich al menos en los primeros 90, el Chelsea volvía a apostar por su táctica de juego defensiva, principalmente por el diezmo de cuatro jugadores muy importantes: el capitán John Terry, Ramires, Ivanovic y Meireles.
En un partido donde tanto la defensa Blue como el guardavalla Petr Cech fueron claves para mantener el marcador en cero, el gol llegó recién pasados los 80 minutos de juego, bajo el lema "persevera y triunfarás", cuando un cabezazo de Thomas Müller se metiera en el arco con un poco de suerte. Debido a lo mostrando por Chelsea en lo que iba del partido, la final parecía cocinada, pero tras este incidente podemos remarcar una vez más los aciertos tácticos propicios del equipo. Así como en las semis no debían cambiar de táctica y no lo hicieron, aquí pasó al revés. Tras 82 minutos defendiendo, y con menos de diez restantes, tanto Di Matteo como el plantel optaron por la flexibilidad táctica, y fueron a atacar. Fue así como **viendo el partido de Platense con Tristán Suárez, hizo un golazo Bazán Vera recién con sus 40 años. No tiene nada que ver, pero no es algo para omitir** no pasaron ni cinco minutos para que lo empataran los Blues: corner de Mata y cabezazo del eterno, de la figura, de la estrella Didí Drogba, forzando la prórroga, la cual sería más pareja, a pesar de que Cech le atajara un penal a Robben, provocado por el mismo Drogba, que podía pasar de héroe a antihéroe.
Los alemanes habían perdido la final ante el Inter (un equipo de características similares) en el 2010, y el Chelsea había perdido la final ante el Manchester United en el 2008 por penales.
Así llegaba la tanda de penales, la cual no debo analizar ya que es un factor completamente independiente al desarrollo del partido (me animo a decir que si no lo fuera, Schweinsteiger debería haber convertido). No me voy a extender más y voy a cerrar con una felicitación para el Chelsea, para todo el equipo, aunque menciono especialmente a Drogba y, por supuesto, a Roberto Di Matteo.
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